Parecía buena aquella abuelita tan tierna, con su pelo cano y sus ojos sonrientes… Pero de un bocado se lo comió, con gafas y todo.
Al día siguiente se leyó en los periódicos: Individuo ingerido por abuelita adorable. Y de aquel titular se creó el mito, y nació el cuento de la abuelita que se comía a los hombres con gafas. Así se cuenta la historia.
Y es que… ni las abuelitas son ya lo que eran.